OTRA VEZ LA LLUVIA
Todas las noches, Antonia, tiene la misma pesadilla. Vuelve a vivir en la
ciudad en la que todos los días están llenos de agua. Desde que amanece hasta
que anochece. Ni siquiera por la noche puede
dejar de oír su caída inmisericorde
sobre el tejado de la casa. El negocio, que a duras penas logra sacar a flote ella
sola, depende del buen tiempo para hacer
caja. La ropa, siempre mojada, con olor a humedad. Las paredes rezuman agua. El
patio se anega y llena de barro continuamente. Su marido sólo aparece para protestar por cualquier motivo, por nimio que éste sea. Cinco hijos a los que alimentar,
educar y sacar adelante. Todos los días son iguales: trabajar, trabajar y
volver a trabajar. Desesperada, descarga
su frustración contra el tiempo. “¡Siempre lloviendo! ¿Por qué me vendría yo a
vivir aquí?”, ¡Con lo bien que estaría yo en mi pueblo!” Es tan grande su desdicha, que ha olvidado que se fue de
allí para no seguir pasando hambre. Al
final siempre se despierta ahogada en un mar de lágrimas
Sus nietos dicen que cuando llegue Agosto, la van a
llevar a la playa a ver una lluvia
diferente: una lluvia de estrellas. Ellos saben muy bien el significado de esa
palabra para la abuela. Antonia les sonríe y no les asegura nada.
Cuando estén en
Agosto, decidirá.
Mercedes Prieto Jaén
Una pequeña maravilla.
ResponderEliminarEs la esencia del cuento, su fuerza secreta.
Qué lujo de barra tenemos.
Muchas gracias Emilio. Besos
EliminarCualquier promesa de lluvia es presagio de pesar: recuerdos tristes, pesadilla, llanto... Por algo duda si en agosto..."Ya veremos". Las lágrimas de San Lorenzo: ¡Otro presagio!
ResponderEliminarGracias por tu comentario Miguel. Besos
EliminarCualquier promesa de lluvia es presagio de pesar: recuerdos tristes, pesadilla, llanto... Por algo duda si en agosto..."Ya veremos". Las lágrimas de San Lorenzo: ¡Otro presagio!
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