Ir al contenido principal

La gota


Gorda, contundente, sonora, la gota estalla contra el parabrisa.
Plop.
Única, amenazante, patotera, revienta sobre el vidrio invitándome a detenerme.
La ignoro y a los pocos segundos llega la metralla de gotas sobre el techo.
Las escobillas las van borrando con su vaivén.
Zip, zap. Zip, zap.
En el horizonte, un hilo de luz se ramifica.
Subo el estéreo para no escuchar el trueno que se adivina.
El repiqueteo constante se mezcla con la música.
El asfalto mojado distorsiona los halos luminosos que arrojan mis faros.
Los charcos que se fueron formando atentan contra la estabilidad del auto, que se bambolea cuando los pisa.
Un camión que avanza pesado más adelante va levantando el agua con sus ruedas, formando una cortina que impide que se vea el camino. Me quedo detrás, avanzando lento, hasta que el conductor hace guiñar su luz roja sólo una vez para avisarme que puedo adelantarme.
Entro en ese punto ciego formado por agua y barro mezclando coraje con inconsciencia.
Salgo triunfante.
Entonces la lluvia limpia mis vidrios y torna todo mucho más claro.
Empieza a amainar.
Las gotas empiezan a distinguirse de nuevo, individuales, distintas al chaparrón que las reunió.
Clap, clap, clap.
Me aplauden, me declaran vencedora.
La última gota se estampa en el vidrio trasero. La miro desde el espejo retrovisor. Se queda ahí, deslizándose muy lentamente, negándose a dejar la pelea sin presentar resistencia y advirtiéndome que volverá.


Comentarios

  1. Lloviendo, que es gerundio. La gota que va. Goteando. Podría haberse titulado. La gota que se fue y sin embargo viene. Clap, clap... Cacofoneando.

    ResponderEliminar
  2. Que lindo volver a estas costumbres......beso grande "Malena" amiga......

    ResponderEliminar
  3. La Odisea contemporánea nace de una gota de lluvia. Pero ahora es Penélope la que conduce. Ulises perdió su oportunidad, oyendo cantos de sirenas.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario