Acaba de llegar a las librerías el último título de Rhisas Bromescu, “Los deseos del eunuco” (Granada, Editorial Gallo del Viento, 2028), con prólogo del académico neogalés Ginés Bernhardinn y una nota final del prestigioso filólogo norteamericano afincado en nuestra ciudad, Nicholas Redwine. Esta obra cierra la multiforme tetralogía que el autor inició en 2004 con “La tempestad congelada” y continuó con “Polvo de nube” (2017) y “Cirrosis en el alma” (2021).
Las
tres obras anteriores ofrecían al lector un universo caótico y aleatorio, lleno
de recovecos intimistas y referencias a los iconos de la cultura alternativa de
estos últimos años y el nuevo libro da una ulterior vuelta de tuerca a los
conceptos, a la técnica y al contenido entero de la obra. En efecto, Bromescu
adelgaza el concepto hasta convertirlo en mera voluta inconsútil que se esfuma
en polvo, en sombra, en nada…, como afirma Michael Cobowsky:
“La literatura de Bromescu ha dejado de ser conceptual, ya que apenas contiene
ideas. Sólo es un entramado de artificios literarios y metaliterarios que al
ensamblarse en el texto deberían funcionar perfectamente y seducir al lector.
El problema es que tampoco hay texto y tal vez no llegue a haber lector. En ese
caso, Bromescu sería él mismo toda la literatura e incluiría al autor y al
público, con lo que vaciaría de contenido el histórico concepto de obra
literaria, tal es su capacidad creadora” (“En Quassi-Revista de literatura
alternativa” nº 117, Perogil Tower University Press, octubre de 2028).
El
tono aforístico, el planteamiento antidiscursivo y la voluntaria (o no)
dejación de los postulados de la ortografía hacen de esta singular obra un
piélago de dificultades para seguir su decurso expositivo. La hispanista
argentina Mariel Rappettini, que ha conseguido aunar discurso intelectual y
psicoanálisis, nos dice: “Leída
esta cojudez, observo que todo en esta obra de Bromescu es subversión en el texto.
La sintaxis se desestructura, el léxico se desvirtúa, el concepto se pierde y
el tema se diluye. Si no fuera por la genialidad de sus planteamientos se diría
que el lector se aburre, que Bromescu es un tarado, el muy boludo.” (El Fanzine
de Buenos Aires, nº 108, Mendoza, abril de 2028).
La
última entrega del dominical de El Eco de Lucena ofrece, en la reseña del
eminente profesor Emile Bald von Moorish un brillante análisis de esta obra.
“Es –nos dice- una mezcla de los aforismos de Wilde con las fotonovelas de los
setenta, pero llega mucho más allá en la
corriente experimental: los poemas escritos con los captchas que le han ido
saliendo al incluir sus comentarios en los foros de internet aúnan la
originalidad, la capacidad creadora… y la inanidad más absoluta, en la misma
línea de algunas de sus obras primerizas”. Sin duda, el profesor Bald se
refiere a obras tales como “Pompas de jamón” (1993), “¿Y ahora qué, so
imbécil?” (1998) o “Vomitera” (2000).
De
la misma opinión es el crítico de libros de The Badajoz Post, Raymond “Kiss”
O’Nyass que, en la última separata cultural (1 de noviembre de 2028) decía
haberse sentido trasladado a las regiones más sublimes del éter cuando,
mientras leía esta singular obra, se bebió una botella de Saint Emilion, gran
reserva del 2004. “Bromescu, que dice haber buscado siempre la simpleza en su
obra, peca de humildad: no es una obra simple, sino simplísima, pero tiene su
punto”.
Por
mi parte, confieso que el pasaje del libro que me ha parecido más brillante es
aquel en que reproduce, sin puntos ni comas, un catálogo de ofertas de
Hipercor, aunque tampoco está mal ese capítulo donde mezcla aleatoriamente flyers recogidos de la calle y la carta
de un McDonald: ahí el joven Bromescu deja claro el rumbo que la creación
literaria, en general, está a punto de iniciar. O tal vez sería más exacto usar
la palabra derrotero en vez de rumbo… Derrotero de derrota absoluta, de
claudicación total y definitiva de la literatura… Era previsible: cuando un
ministro como Wert impuso la LOMCE, los viejos del lugar ya sabíamos que la creación literaria podía llegar a esto.
NOTA:
Debe quedar claro a cualquier lector que pase por esta reseña que es una mera
invención, un divertimento en el que no hay ni un solo dato verdadero: autor,
títulos, nombres de las publicaciones, portada, fecha… forman parte del reto de reseñar
un libro inexistente, objetivo pactado por los integrantes del Barralibre.
Los
nombres de los críticos que menciono son, en cambio, un guiño a mis libreros de
Nueva Gala, Bernardino y Ginés, y a los otros integrantes de este singular bar.
El
dardo contra el ministro Wert, sin embargo, sale de lo más sincero de mi
pesimismo.
Disiento de las afirmaciones vertidas (con Saint Emilion) por Raymond “Kiss” O’Nyass. Es evidente, no solo por su contrastada biografía de pornófilo y bebedor irredento, sino también por su trayectoria como reseñista sin talento, más hábil en hacer de la profundidad narrativa un insustancial ejercicio de esteticismo vacuo, que no tiene la menor idea acerca de lo que dice, a no ser para mantener su incomprensible puesto en The Badajoz Post, diario por otro lado que no deja de ser un gacetilla rural con ínfulas de periodismo culto.
ResponderEliminarNota: Su nota es innecesaria.
Se nota que no ha leído el opúsculo "Semiótica de lo imposible: Hermenéutica del nuevo paradigma" de Cobowski, donde el polígrafo peroxiltowerense revisa propedéuticamente la conceptística del aleatorismo de Bromescu. Póngase al día Albert Pomgranats.
ResponderEliminarSeñor Besonías: Tomo nota de su nota en la que anota sus divergencias sobre mi nota. Lo anoto.
ResponderEliminarAnotamente,
AG
Semiótica, Alberletto Blonados. Semiótica con una brizna de espuma de cerveza. Se os nota a todos la falta de pudor. Me parece que hemos entrado en un capítulo simpar de la Historia de la Barra. Es en donde todos nos convertimos en personajes de un sueño de Wert y le conminamos a que se retracte de todos sus innobles procederes en masiva rueda de prensa. Luego salimos de su cabeza y celebramos la gesta en un bar. Siempre terminamos hablando de lo mismo.
ResponderEliminarDe página 13 del Babelia del 12 12 2013, en una reseña de un libro (omito autor, título y reseñador):
ResponderEliminarLa naturaleza híbrida de este texto indagatorio con incrustaciones de ficción abrirá en el lector no pocos interrogantes acerca de su especificidad. Pero lo cierto es que tal especificidad es justamente su condición ambigua, su indefinición casi diría programática.
Deja en paños menores a mi reseña, pero a él le pagan y a mí no.