…recuerdo lo que se decía
de los presos de Guantánamo cuando yo vivía en mi mundo: que tenerlos
encapuchados era una de las peores torturas posibles, ya que perdían toda
referencia espacio-temporal y eso equivalía a la desaparición de la propia
identidad, ya que el ser humano deja de serlo sin unas coordenadas de espacio y
tiempo… es una idea que ahora no consigo quitarme de la cabeza desde que estoy
aquí, si es que puedo usar esos adverbios que tienen un sentido tan ambiguo para
mí… ¿qué significan aquí o ahora?... yo comprendía ambos significados y hasta
recordaba una frase de Kant que decía que el tiempo y el espacio eran formas
apriorísticas de la sensibilidad, es decir, que sin espacio y tiempo nada se
percibe y el ser humano deja de serlo… estas ideas me obsesionan porque tal vez es lo que me está pasando, perdido
en este paisaje confuso, neblinoso, absolutamente equívoco, que me llena de dudas
y angustia… soy como uno de esos presos de los americanos o como el prisionero
del romance, aquél que aseguraba que “ni sé cuando es de día / ni cuando las
noches son”… yo en esta circunstancia no sé dónde estoy y, peor aún, no sé en
qué tiempo estoy viviendo esta forma de vida a la que me ha llevado el fracaso
del experimento… un fracaso que habrá tenido una repercusión mediática nunca
vista, ya que el proyecto ha ocupado las cabeceras de miles de periódicos de
todo el mundo durante varios años… muchas ruedas de prensa, muchas promesas de
la Compañía, la comunidad científica dividida entre quienes pensaban en un
gigantesco fraude y quienes brindaban todo su esperanzado entusiasmo al intento, la gerencia prometía a bombo y platillo muchas
garantías, pero el hecho irrefutable es que estoy en medio de un ámbito
desconocido que podría ser cualquier punto del universo en un lapso de tiempo
que podría abarcar desde el primer día
de la creación hasta un futuro apocalíptico… no se distingue una planta, ni una
roca o el sencillo canto de un pájaro, no hay anocheceres ni albas y el tiempo
pasa sin sucesión de claridades y oscurecimientos, sin que el reloj de avanzada
tecnología que forma parte de mi complejo equipo permita deducir si este tiempo
postizo en que estoy corre hacia adelante o hacia atrás… lo más extraño, lo que
verdaderamente me alarma es que ni siquiera siento una emoción especial, ni un
vago miedo a mi incierto futuro y los recuerdos de “mi otra vida” no me parecen
amables o tristes, ni me producen un determinado estado de ánimo como antes:
ahora son sólo constataciones objetivas de hechos que no se me han olvidado… me
resulta extraño percibir los recuerdos más íntimos con esa ausencia de pasión,
con esa frialdad matemática: la primera vez que se me entregó Ana, la dulzura
de sus besos, la ternura de aquella época, la belleza de su cuerpo… todas esas
cosas que antes me emocionaban o excitaban pasan por mi memoria con una
exactitud pasmosa, pero con una impensable indiferencia, sin el menor asomo de
emoción: yo no he sido frío jamás y todas estas cosas me producían una honda conmoción…
para sentirme vivo evoco a mis hijos y la ternura que suscitaban en mí, el
sabor de una cerveza fría en verano, las arias de algunas óperas de Verdi, la
música de Bach, las puestas de sol desde el viejo barrio alto, los poemas de
Garcilaso o Machado, las cenas con los amigos… todo eso me deja ahora indiferente,
que es lo que más me preocupa, pues sospecho que muy pronto dejaré de ser yo,
sumido en esta frialdad, tan ajena… por
fortuna, este extraño estado de ánimo tiene una parte ventajosa: ahora no me
afecta la sensación de fracaso, el distanciamiento de mi mujer, las
dificultades económicas por las que estábamos pasando con la dichosa crisis, que
fueron las que me han traído a este extraño naufragio… parece que estoy viendo
el anuncio: “Se necesita especialista en Física de partículas para formar parte
de un ambicioso proyecto de investigación…” y ya que el laboratorio me había
despedido y llevaba casi tres años siendo un parado de larguísima, eterna,
inacabable duración, accedí a ser la cobaya humana de este experimento, que ha
salido como ya estoy viendo: una máquina del tiempo que me iba a transportar a
un futuro en el que las fuentes de energía habrían dejado de ser un problema,
las enfermedades tendrían remedios inimaginables y la tecnología habría dado
pasos de gigante… aprender del futuro adelantando un siglo… yo sólo
participaría en la primera fase, la más compleja y arriesgada, la de
teletransportarme al futuro y demostrar que el proceso era viable… después el
programa continuaría con nuevos viajeros que traerían del futuro todos los
hallazgos, para vender las patentes por sustanciosas cantidades… yo podría
retirarme tras el primer viaje o continuar en el programa… dado el riesgo, me pagaron una suma
irrenunciable para cualquier familia, más si se ha pasado por la terrible
vejación del desempleo…
Ana se opuso frontalmente, pero yo no podía seguir siendo un parásito irrecuperable, un malhumorado marido que pagaba las frustraciones con ella y con los niños… además, el proyecto era una tentación para un investigador, estaba relacionado precisamente con mi especialidad, la cantidad acordada era cuantiosa y si yo desaparecía en el tiempo, como parece ser que ha ocurrido, una elevadísima prima de un seguro solucionaría esa espinosa cuestión del futuro de los míos… por entonces mi mujer vio mil películas y leyó bastantes libros sobre viajes temporales, pero todo eso no eran sino ficciones, pues la prueba real estaba preparada para una fecha muy concreta (concreta por entonces, pues ahora no tengo referencias): el 25 de noviembre de 2013, a las 08,30 horas… sería entonces la primera excursión al futuro, concretamente a las 08,30 h. del día 25 de noviembre de 2113, un siglo exacto de avance en el tiempo… si se conseguía, sería un mito convertido en realidad… claro, que también podía resultar un estrepitoso fracaso, algo que aún no sé valorar: sólo sé que la cápsula está ahí, pero que no funciona ninguno de los complicados mecanismos en que estuvimos trabajando varios años, que no consigo contactar con el laboratorio y no sé si me están controlando o estoy definitivamente perdido, ni si he llegado al año previsto… he intentado varias veces conectar los mil dispositivos de la nave, pero los indicadores tienen unos colores que jamás había percibido y suenan de una forma completamente diferente a como sonaban en los exigentes entrenamientos… todo es nuevo y desconcertante en este momento, tan ajeno a mi tiempo convencional… si el viaje ha sido un éxito y estoy en mi objetivo, se trata de un futuro imperfecto, un porvenir de destrucción y soledad inabarcables… llego a preguntarme qué ha podido pasar en estos cien años que se supone que he avanzado: ¿una nueva confrontación nuclear?, ¿un apocalíptico cambio climático?... tengo la sensación de llevar en este nuevo presente un enorme lapso de tiempo y me entretengo mirando lo que me rodea, que es bien monótono… me siento como Robinson en los primeros días de náufrago en su isla: desconcertado, incapaz de hacer un diagnóstico de la situación y las posibilidades de superarla, esperando una ilógica providencia que me devuelva con los míos y valorando de otra forma todo lo que he perdido en mi evaporado presente… haciendo planes para ese futuro que me aguarda si consigo regresar: recuperar el amor de Ana, disfrutar más de la presencia inocente de mis hijos, llamar a mis amigos, a los que he ido abandonando por desidia, releer el Quijote y a Machado, emprender de una vez por todas ese siempre fallido viaje con Ana A Machu Pichu y al glaciar Perito Moreno… pero temo que esto sea un punto final, que este experimento fallido sólo va a conducirme a una extraña locura… estoy perdido en medio de la nada, estremecido por la insondable soledad, por este extravío absoluto: vivir sin tiempo no es vivir y sé que me espera un confuso futuro… cuando se acaben los escasos alimentos desecados que hay en la cápsula me tocará morir en este silencio infinito y solitario… pienso inevitablemente en que es posible que me conviertan en un famoso héroe de la ciencia y se escribirán cientos de obituarios sobre mi figura de mártir, todos falsos y adocenados… casi me da risa entrever esa posibilidad: Ana, convertida en mi viuda, echándome de menos y sintiéndose culpable del distanciamiento que antes propició, mi jefe siendo humano por una vez, mis hijos reinventándose un cariño que jamás sintieron por mí… ni me da miedo morir, ni me alegra el reconocimiento que sólo servirá para Ana y para mis hijos, yo me conformo con haber comprendido que en los naufragios no siempre se encuentra un tesoro ni se manda un mensaje en una botella, que es imposible que aparezca un buen salvaje llamado Viernes con quien compartir la soledad… pero me gustaría desvanecerme sabiendo al menos el lugar, la fecha y la hora, pues tal vez la vida sólo sea la anticipación de una esquela mortuoria…
Inquietante visión eternalista, donde la cuarta dimensión es el vacío absoluto: Un piélago sin referencias "en el que no sé nada/ en el que no se nada" (Villaurrutia). Una magnífica vuelta de tuerca a "La máquina del tiempo" de H.G. Wells que, al mismo tiempo constituye una vertiginoso introspección, un viaje interior al pasado no menos vertiginoso, Acabamos de experimentar "naufragio perfecto".
ResponderEliminarUn día escribí en mi Riografía: Si miras al cielo eres un náufrago sideral. Pues acabo de comprobar que me quedé corto.
Mis felicitaciones y mi brindis "ad futurum", querido amigo.
Al leerlo sentí ansiedad, claustrofobia, duda, desesperanza. Estuve ahí, en ese limbo temporal, ese futuro incierto.
ResponderEliminar¡Todo por tu imaginación y tu estupenda pluma!
Mis más sinceras felicitaciones por tan logrado naufragio.
'Unos minutos con Mario'. Diálogo con uno mismo, racionalización de un naufragio. Verbalizarlo para no volverse loco, para no claudicar. Dolor en prosa, dolor en vena. Barra en vena.
ResponderEliminarNo hay tierra a la vista, pero qué ganas dan de quedarse preso en este naufragio.
Sólo te diré una cosa: me ha encantado el ejercicio literario que haces. Es atrevido, a veces íntimo, a veces onírico, a veces desconsolado, a veces tierno, justamente como tú eres en el fondo. Un abrazo amigo.
ResponderEliminarGracias, gracias, gracias....
ResponderEliminarSaludos.
AG
Es que esto es una isla. Es más: las horas son islas, el tiempo es un mapa en cuyo kit no te dan ninguna brújula. Espléndido, Alberto. Leído tarde, pero degustado.
ResponderEliminarGracias, Emilio. Celebro que lo deguses, eso sí, en diocesis moderadas.
EliminarAG