Ir al contenido principal

¡Úrsula de mis pecados!


Mi manual de Historia del Arte de sexto curso de aquel llamado bachillerato superior (año 1965) tenía bastantes fotos de las obras de arte que se mencionaban. Eran fotos de tamaño mínimo y en un caótico blanco y negro que más parecían destinadas a ocultar que a mostrar. Sin duda, junto a la precariedad técnica de la época también estaba la censura del régimen, que siempre consideró más obsceno un desnudo que una dictadura. 

En aquel viejo libro vi por primera vez a una venus saliendo del agua. La muy decente se tapaba el pubis con su larga melena rubia y con la mano ocultaba un seno. Pese a la escasa calidad de la foto, aquella venus emergiendo de las aguas, de Boticelli, me pareció de una inigualable belleza, pero más me gustó su inmensa capacidad de sugerir todas las más excitantes indecencias que a esa edad pude imaginar, y alguna más que aún no había tenido oportunidad de vislumbrar. 

A pesar de la moralina que se empeñaba en negar la evidencia de nuestras hormonas, la vida se abría paso en forma de pubertad y ese cuadro de Boticelli tenía algo de premonitorio: nos nacía toda una primavera a cada encendido momento, nuestro cerebro hervía y, como respuesta a nuestra incipiente sexualidad, sólo encontrábamos al mundo de los mayores (padres, titas, maestro y cura) siempre dispuestos a reprimir nuestros claros deseos y nuestras pequeñas alegrías culpables.


Sólo unos años después de su estreno conseguí colarme en el cine de verano para ver “007 contra el Dr. No”. Los intentos anteriores habían constituido estrepitosos fracasos, pues la calificación moral no autorizaba la presencia de menores. Era un tiempo en que había que ir a la cancela de la iglesia para comprobar el numerito que aparecía en una ficha: si era 1, 2 o incluso 3, no había problema (1= Todos los públicos; 2= Juvenil; 3= Mayores), pero si pasaba de 3 (3R= Mayores, con reparos; y 4= Gravemente peligrosa) el portero no nos dejaba entrar por temor a las sanciones que le pudieran caer al empresario. 

Cuando conseguí colarme, me reencontré con aquella venus del quattrocento, pero esta vez iba enfundada en un escuetísimo bikini que nada tenía que ver con las decentísimas prendas de baño que se ponían “las niñas” de mi pandilla, que eran de una decencia a prueba de tentaciones. 

No recuerdo nada de la película, pero sí la salida de las aguas de una bellísima Ursula Andress que, como la diosa de Boticelli, despertó más a lo vivo el deseo de media humanidad, incluido yo. Soñé con ella más de una noche de desasosiegos y humedades y ni siquiera hoy consigo olvidar aquella escena en que la emergente Ursula, con unas gafas de buceo sobre la frente, salía al encuentro de un asombrado agente 007, un afortunado Sean Connery que poco después se revolcaba con ella. Con esa escena desató mi envidia adolescente, mi deseo más intenso y creó una imagen definitiva, todo un icono, de mis adolescentes años sesenta. 

Ursula de mis pecados, ¡cuánto te amé y tú sin saberlo! Y ya no nos queda tiempo...

Comentarios

  1. Millones formados en las fantasías acerca de URSULA. Una cola que dá vuelta al mundo.
    No estás tan sólo, Llanero Solitario.

    ResponderEliminar
  2. Urrrrrrrrrrrsssuuuuuuulaaaaaaaa

    ResponderEliminar
  3. jaa ¡Pobrecito! Es cierto. Tantas imágenes y películas que en su momento fueron consideradas prohibidas o aún "perjudiciales para las jóvenes mentes en desarrollo" hoy son casi ingenuas.

    En otro orden, todavía recuerdo mi frustración cuando el señor acomodador del cine me hizo salir porque descubrió que me había colado entre amigas mayores a ver "El hombre elefante" (1980).

    Yo no sé cuántas veces vi "Camila" protagonizada por Imanol Arias jajaaaaa un palito bombón helado aún hoy. En fin...

    Muy bueno, Alberto. Saludos van.

    ResponderEliminar
  4. Opina Bataille (que en esto de la libido sabía más que nadie) que el erotismo es un invento de la religión, un santo invento. Sin represión, sin contención, no habría tanta fruición del deseo.

    "Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda".

    Hoy no es la religión la que media en nuestro deseo. Lo son los media, el espectáculo que convierte el sexo en mercado y gimnasia sueca. El sujeto deseante debe reconstruir su identidad deseante fuera de los reclamos artificiales, en busca de una autencidad anclada en lo cotidiano, en los encuentros fugaces, la gracia del gozo.

    A mí la Úrsula me pilló ya tarde, pero está la señora muy bien fabricada.

    ResponderEliminar
  5. Fue la primera Úrsula, la primera musa de James Bond. Antes que descubriéramos la Úrsula literaria de García Márquez, nosostros ya sabíamos lo que eran 100 años de soledad (¡o de solitarios vicios!) sin ella.
    También quiero rendirle justo homenaje a la alemana Elke Sommer, que lució el primer bikini del cine español en Bahía de Palma. A cada diosa lo que es de cada diosa.

    ResponderEliminar
  6. Carlos d ela Parra, me ha hecho gracia lo de Llanero Solitario. Y me reconforta saber que no soy el único que se turbaba ante ta nta belleza.

    Saludos.

    AG

    ResponderEliminar
  7. Cecilieaux Bois de Murier, Yeeeeeeaaaaahhhhhhh. ¡Úrsula, vuelve a mí! Te he amado mucho.




    Sandra Montelpare

    Esos porteros de cine inclementes a nuestras fiebres adolescentes. Te diré que siempr3e quise ver "La reina del Chantecler", de Sara Montiel, calificada por los curas dde "4: Gravemente peligrosa". A Dios puse por testigo de que al llegar a la edad adulta la vería... Pues no: doña Sara se murió hace unos días y no me ha vuelto a interesar contemplar sus curvas de entonces... ¿A dónde van los deseos olvidados?


    Ramón, Bataille para mí es como el Padre Astete, pero en pagano. Es ciedrto que sin represión ni sentido de lo prohibido el erotismo y su extensión más espiritual, que es el amor, no habrían salido jamás de la dimensión física. Por un lado, la religión nos ha repriido, pero por otro ha convertido la sexualidad en algo mágico, lleno de tabúes y prohibiciones, de sentido lúdico e iconoclasta. Nos regalaron un juguete: el mismo que deseaban erradicar, pero con más tilín. Demos gracias a los curas.


    Miguel Cobo: habría que hacerle un monumento a Onán.
    Se te ve muy documentado en erpotismo casposo de los sesenta. Doña Elke también ponía, pero nada como dos francesas que, sin ser gaupísimas, se convirtieron en luminosos objetos de deseos: mi Jeanne Moreau (me consta que compartimos esta afición) y Annie Girardot. Algo después llegaría la frigidez hecha belleza: Catherine Deneuve. De la Brigitte Bardot no hablo: nunca me gustaron las despampanantes.

    Mis ídolos, que son casi universales... Sniff!


    Abrazos para todos,

    AG

    ResponderEliminar
  8. No fue la Úrsula que tú descubriste por los años (algunos) que nos separan, pero cómo no creerte, cómo no caer ahí, en ese deslumbramiento. Me pilló, como a Ramón, que es de mi quinta, tarde. Pero siempre es uno disciplinado. Me rindo. Me dejo llevar por la inefable capacidad creativa del voyeur. Sí. Buen post.

    ResponderEliminar
  9. Gracias, Emilio. Es cierto que el ver lo hermoso es todo un deleite siempre. Si le sumas un poco de erotismo disfrutas de desear lo que ves, que tal vez sea exactamente el voyeurismo.
    Decididamente, tendríamos que estarle agradecidos a los curas: han sabido convertir lo que simplemente era natural (y cotidiano y, a la larga, aburido) en desvergonzada perversión (siempre emocionante).

    Saludos,

    AG

    ResponderEliminar
  10. Ah, quién pudiera lucir la bikini como Ursula y despertar esos deseos. El resto de las mortales salimos del mar revolcadas, despeinadas, tiritando y con los labios morados.

    ResponderEliminar
  11. PD: aunque debo confesar que también me hubiera gustado ser Ursula por el revolcón con Sean Connery, pero .... ssshhhh .... esas son confesiones que una señora no debe hacer.

    ResponderEliminar
  12. Malena, hay cosas que son inevitablmente bellas en una señora (unas perlas en las orejas rodeadas de pelo negro, saber andar con elegancia, llevarae la copa a los labios con cierto chic...). Son cosas intrínsecametne3 bellas, al margen de la edad, los kilos, los partos y cesáreas, la alegría o la nóina del sueldo.
    De Sean Connery no opino, pero lo envidié al muy zorrón.
    AG

    ResponderEliminar
  13. Totalmente de acuerdo, me gusta esa imagen de Venus, nada menos que de la personificación del deseo, de la belleza femenina.
    Y esa escena tan lograda ha sido repetida por Halle Berry.

    ResponderEliminar
  14. ¿Por Hal beerry? De esa chica me gusta todo. Supongo que será en el remake de Diamantes para la eternidad. La buscaré en YouTube.
    Se agradece.

    AG

    ResponderEliminar

Publicar un comentario