A veces el deseo se deja caer
por el crepúsculo con la delicadeza de la media que se desliza a mitad de la
pierna y se detiene un instante, como si dudara entre subir o bajar recorriendo
los ángulos que dibuja en su provocadora genuflexión. La melancolía que se
respira tiene más de fruta madura que de luz cenital, aunque la conjunción de
ambos factores confiere a la imagen un aura transgresora que se debate a
contraluz entre el negro de la
combinación y el blanco de la blusa abotonada a la espalda, lo que le añade un
plus de sublime erotismo con la intuición del recuento demorado de la
botonadura en el momento de desabrocharla. La pulcritud de la cama, aún no deshecha, nos permite vislumbrar la perdurabilidad del acontecer que comienza,
si bien el cabello, ligeramente
despeinado, nos revela un cansancio que
tiene más que ver con un hastío vital acumulado que con la expectativa cierta de un incendio
en las sábanas. Creo haber visto también la misma pose decontracté al otro
lado de la cama. Pero sea como sea, por un lado o por el otro, Mrs. Robinson no
nos deja indiferentes. Elaine, me quedo con tu madre.
Recupero aquí un viejo poema mío que me inspiró esta misma imagen:
ResponderEliminarCREPÚSCULO
Atardecía
y la luz gravitaba con lentitud de sueño
cuando el cansancio te dejaba en mis brazos
sin ánimo de amante
con la belleza vencida por las horas.
Sentada sobre el lecho
con indolente gesto arrojas el zapato.
Y es tu pie liberado, en su estricto pulgar,
el que me indica ahora el final del crepúsculo
y este amor tan humano sin tiempo conjugado.
Hermoso texto sobre el erotismo (bastante intenso, por cierto) de aquella mujer madura que diseccionas. El escándalo que provocó demuestra que tienes mucha razón., que la señora Robinson conocía las dos caras de la vida, el tormento y el éxtasis, el fuego y la ceniza, la alegría y el desencanto.
ResponderEliminarY si tu tecxto es bellísimo, el comentario que añades es sensacional. Todo un buen desayuno mientras la imaginación, siempre libre, vuela desde el pulgar-fetiche de esta dama.
Gracias, Miguel. Me dejas muy alto el listón.
AG
Hay veces que leo un texto o un poema y lo considero tan bello o tan bien escrito que glosarlo me parece arruinarlo burdamente. Hoy me pasa eso, Miguel. He disfrutado de la lectura del texto en prosa y del poema.
ResponderEliminarSaludos admirados van.
Ando ahora leyendo Antigua luz, una maravilla de escritura y de hondura narrativa, un tributo de un hombre en el primer final de su vida, que recuerda la vida y la vida promiscua y hermosa y lírica que una mujer mayor le proporcionó cuando todavía era un muchacho. He pensado, leyendo sus de verdad memorables páginas, en Mrs. Robinson. Se podría copiar y pegar el libro entero en este comentario. Se explicaría inmejorablemente. Texto muy bonito el tuyo, mom ami. Recomiendo VIVAMENTE la lectura del libro de Banville aka Black. Grande entre los grandes este hombre que no conocía del todo y que me está deslumbrando. Pocas veces he encontrado (recientemente, al menos) una escritura más depurada, un matrimonio más unido de contenido y de continente. En fin. Ya cierro.
ResponderEliminarLa sensualidad de la madurez, la seguridad con la que se quita la ropa, tu texto, el poema del comentario, los Beatles ...
ResponderEliminarNo lo falta ningún ingrediente a esta entrada.
Dios .... acaban de retarme mal en mi casa. Mrs Robinson es de Simon and Garfunkel? PERDÓN!!!! :)
ResponderEliminarAl leer tu texto, Miguel, me viene a la mente ese tópico certero de que en cuestiones de sexo todo es fruto de nuestra imaginación, sortilegio mental, narrativas del deseo. Y cómo la iconografía muta con los años.
ResponderEliminarEl adolescente ve a una mujer madura como una entelequia o un vejestorio. Creces y aquella cincuentona empieza a detonar la maquinaria, a percibirse como un ser luminoso.
También se me venía a la mente la enorme influencia que posee en nuestra cultura la imagen como generadora artificiosa de deseos impostados, de ilusiones alejadas de nuestra natural querencia por la belleza. Lo joven como ideal vende, se maximiza, se estira.
En fin...