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Algún día...



Mi único propósito -o mejor, entelequia transutópica- reside en poder alargar el suspensivo de los puntos de un algún día remoto, far far away. Pero (¡qué le vamos a hacer!) nací bajo el yugo de la responsabilidad. Soy de los que ven la línea asimétrica de unos folios apilados y corre raudo a corregirla. Dejé tan solo un libro sin leer, quizá dos películas, y aún siento el aliento de algún santo recordándome mi traición. 

No piensen ustedes que soy perfeccionista, no. Mi pecado es la soberbia; me reafirmo en ser esclavo de mis cadenas. No amo el buen resultado, sino el compromiso con la obra. Pienso quizá que debo ser fiel a mis quimeras, pese a que la realidad corrobore con pruebas irrefutables la inconveniencia de mi obstinación.

Quisiera dejar para después lo que pude hacer anteayer, pero acabo cediendo al minutero de mi horario. Esta terquedad, sin embargo, no va acompañada siempre del puntillismo que debiera. Me entrego con tanta pasión a mis quehaceres como los abandono a su suerte por pura desidia una vez acabados. He de confesarlo: no tengo animales ni flores en mi casa por la fatiga que supone tener que cuidarlos. Cuando llega el verano, o me entrego a un solazado abandono o caería rendido sin remisión al canto de sirenas del trabajo. El término medio es un imponderable al que mi naturaleza peregrina renuncia sin remordimiento.

Por esta razón, hacer registro de propósitos viene a ser para quien os escribe una redundante perogrullada, la inmisericorde letanía del reincidente. Prefiero no orar a dioses que no pueden responder a mis plegarias, dejarme llevar por la futilidad del deseo y soñar con la próxima víctima de mis desvelos.

Comentarios

  1. A veces el mejor desafio es lograr una tarea, terminada pierde importancia. Un abrazo

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  2. Sin duda, Ramón, es mucho más factible ser fieles a nuestras quimeras que a nuestras promesas. Me da la impresión que por aquí (por la barra) somos más de despropósitos que de propósitos. ¿Tú recuerdas las condiciones que debía (y seguramente debe) tenr una buena confesión? ...¿No?...¡El propósito de enmienda!
    Pues aún ando en ello. Y es que, claro, choca frontalmente con aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

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  3. Cuando me pasa algo así, me pongo en modo Nike, Just Do It, y algunas veces confieso estar muy feliz con la labor hecha, por más que no haya salido del todo bien. Prefiero algo hecho, aunque no siempre esté del todo bien, a lo incompleto. Es que soy más benigno con la mediocridad que con la perfección, y de paso se puede vivir...

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  4. Todo está bien si bien está. Mi amigo Antonio decía: Qué bonito es lo bonito cuando es bonito. Juan de Mairena de pronto blogueado. El desafío es el trayecto, como dice Lapislazuli.

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  5. "Prefiero no orar a dioses que no pueden responder a mis plegarias, dejarme llevar por la futilidad del deseo y soñar con la próxima víctima de mis desvelos".

    Qué delicia de final. Y qué bueno sería adoptar un poco de aquella actitud. Decir que dejo varias cosas a medias, es poco.

    Un abrazo,

    Jess

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