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Heráclito, Jorge, el río y yo



A veces pienso que el río se detiene
y contempla el paso de la vida
que va dejando el hombre.
Afán de ir y venir. Una estela
de pasos incesantes
persiguiendo las huellas indelebles
de alguien que se acercó
hasta la tenebrosa orilla del tiempo inexorable.
Y allá varada espera
la barca de los sueños ilegibles
con sus músicas mágicas: agua, agua,
quietud del alma líquida del triste
que contempla su rostro vencido
por los surcos de los días sin memoria,
arboleda sin viento, lunas sin beso.
Sólo la orilla opuesta
atisbada en las sombras que la bruma proyecta,
intuye una exigua esperanza.

Comentarios

  1. Fotografía: El río Guadalquivir, a su paso por Córdoba, visto desde el puente de San Rafael. Paraje conocido como Sotos de la Albolafia.
    Texto "riográfico".

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  2. Es habitual, familiar se diría, en tu memoria la imagen del río, el fluir heraclitiano como eje de la vida. Hay paisajes que poseen un potencial susceptible de despertar en nosotros ideas y emociones metafísicas, de elevarnos sobre los quehaceres cotidianos y contemplar desde lejos, en perspectiva, la vida, propia y ajena, a nuestro alrededor. A mí me pasa con los horizontes.

    Buena semana-puente, pasajeros de barra.

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  3. y sin embargo, nunca se detiene.
    y somos nosotros que lo vemos, o lo dejamos, pasar.

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  4. Nadie baja dos veces al agua del mismo río. Ni es el mismo río nines uno tampoco el mismo. La sentencia es antigua. La recoge Borges, otro riográfico relevante.
    Tu lugar es distinto caa vez. Como quien elige un cielo.
    Preciosa opción, vital, Miguel. Tú eres vital y te explotan cien menadeos en el pecho.

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  5. Y por supuesto, Miguel, tu paisaje no podía ser otro. Y hacia la misteriosa orilla opuesta vamos siempre, aunque no lo sepamos.

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  6. Ningún río puede bañar dos veces al mismo Heráclito.
    Eso sí que es jodido.

    AG

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