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¿Muslo o pechuga?



La mayor parte de mis amigos se decantan por la compacta convexidad de un par de tetas. Quizá esta querencia deba su pregnancia a un deseo atávico. Ya sabéis, Edipo, Electra y el resto de esa mitología freudiana tan del gusto de intelectuales. A mí no me acaba de convencer; es más, me desagrada pensar en mi madre mientras acaricio areolas. Una cosa son las mamas de tu santa progenitora y otra bien distinta las tetas de tu señora esposa, de la vecina del quinto, de la panadera o de la mismísima Scarlet Johanson. Pongamos cada ubre en su sitio.

Lo mío no son las tetas; entiéndame, amigo lector, no es que deseche esta sugestiva orografía; Dios me libre. Uno es muy macho, que no quede duda alguna. Lo que pasa es que para gustos los colores. El sexo, como la gastronomía, se asienta, más allá de las imposiciones culturales, en lo sensitivo, en la cruda naturaleza de los impulsos. Así, por mucho que no le haga ascos a casi ningún intersticio del género femenino, tengo mis preferencias, mis mandamientos hedonistas, una biblia particular de mi lubricación mental. 

Nadie elige sus apetencias sexuales. El sexo es una corriente que nos lleva, sobre la que nos dejamos mecer. Nada sucede al azar y nada bajo nuestra voluntad. Estamos a merced de nuestras afecciones. Al igual que el curso de un río, podemos reconducirlo, dosificar su flujo, pero a poco que el agua encuentra su hueco, mana libre e incontinente.

Por lo que a mí respecta, soy más propenso a dejar las cuencas oculares sobre el zigzag de una posadera prieta que en el hueco de un escote. Un culo ofrece a mis ojos la promesa de futuros descubrimientos, mientras que un par de tetas es como un punto y final, un epílogo de sirenas. La teta es rotunda, concluyente, circundable. Por el contrario, unas nalgas prometen, llaman, evocan cuencas, desfiladeros, selvas tupidas, atajos oscuros en los que perder cuerpo y alma, fuentes de la eterna juventud.

Si tengo que elegir, no lo dudo: no hay nada como un culo; inerte o en movimiento, da igual. Con su delineación osciloscópica me conformo, en su contemplación apago mi sed. Que no aparten de mí este cáliz. Ningún aperitivo como éste engaña al hambre, sacia el deseo. En el ángulo descendente de unas caderas alojo mis aviesas intenciones. 

Comentarios

  1. Después de tanta "Hambre", vienes, Ramón, de nuevo, a poner la mesa.¡Pues a comer se ha dicho! Muslo y pechuga. Eso sí, ¡con patatas! Y de postre, dulce de leche. Y de bebida, en la barra que no nos falte.

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  2. A esto le llamo yo un dribling cárnico que ni Messi en el área de Casillas con los ojos de Mou clavados como catanas en sus mismos huevos.
    Bravo el torcimiento. Nada más acabar el debate rajoy-rodri.. digo rubalcaba, un postre lúbrico para despejar la mente. Amén.

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  3. La ventaja de la cola es que, además, puede mirarse descaradamente sin ruborizar a la señorita portadora de una cadera generosa. En cambio, los gustadores de escotes siempre quedan en evidencia.

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  4. a bunda são duas luas gêmeas
    em rotundo meneio. anda por si
    na cadência mimosa, no milagre
    de ser duas em uma, plenamente.

    a bunda se diverte
    por conta própria. e ama.
    na cama agita-se. montanhas
    avolumam-se, descem. ondas batendo
    numa praia infinita.

    lá vai sorrindo a bunda. vai feliz
    na carícia de ser e balançar.
    esferas harmoniosas sobre o caos.

    a bunda é a bunda,
    rebunda.

    carlos drummond de andrade.

    parece que hay primavera en el norte también...
    abrazo
    f

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  5. Tanto maquillaje, cremas, cuidados y en el plumaje ni se fijan.

    Saludos.

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  6. Amén Ramón, Amén. Pero si bien soy también un devoto del buen culo, hay que ver que un buen par de tetas ofrecen la siguiente ventaja: una de almohada y otra de chupete.

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  7. Soy basante copulativo en esto del cueropo de la mujer, así que cambiemos la o disyuntiva por una enorme Y copulante: un buen culo y un buen par... de ojos preciosos, que después de (ad)mirarlos, siempre habrá que voover al sur de todos los sures pasando por mil puntos intermedios.
    Gozar el pecho deseanfo el culo y pasar a este para desear los pechos... Y que no nos falte, compadres.

    AG

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  8. ¡Anda!, pues no esta mal esa silueta femenina,
    entrando a fondo, muslo a la derecha, muslo a la izquierda, y me quedo con la pechuga vamos..
    que tengas una feliz semana.
    un abrazo.

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  9. Todos los comentarios y todas tus referencias , me parece , dejan en evidencia que estamos a merced de lo que ellas deseen enseñar. si muestran un buen escote pero van con falda larga y ancha pues alla que miramos, si van con jersey de cuello alto y grueso pero un vaquero ajustado ... pues muslo que te crió... y si lleven una malla ajustada por la que se adivina la raya delantera ..pues ni muslo ni pechuga. admitamoslo ... somos teledirigibles y lo que en realidad preferimos no es ni una cosa ni otra... lo que preferimos en realidad es que nos muestren algo.

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  10. No pretendía yo llegar tan lejos, Sr(a). Anómimo(a), lanzando reflexiones elevadas. Dibujé tan solo un juego de letras armado para conseguir empatía libidinal entre los amigos de barra. Siéntese y relájese. Y brindemos por la mirada limpia. Amén.

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  11. De eso nada, don Ramón: si jkmiramos con mirada limpia nos perdemos uno de los mayores alicientes de la vida. Ni hablar, en esto hay que ser de mirada torva, atrevida ybabeante. Sé que perdemos mucho de nuestra exquistez, pero recupermaos el bramido en mitad de la tribu.
    Seamos exquistos en la vida, pero un bastante primarios en las cosa del cuerpo. No somos ángeles.
    ¿Y qué opinan las señoras? ¿Qué prefiueren ellas?

    AG

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  12. Sobre las apetencias, diría mejor eróticas, el universo es inmenso. Tengo un amigo que se vuelve loco con un pie femenino, si curva, su talón, sus uñas.... en fín... lo dicho, sobre gustos eróticos no hay nada escrito.
    A mi me encanta la "pechuga" masculina...

    Un abrazo!!

    Me quedo a observar tu barra libre...

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