“La vida es muchas veces un sueño que contemplamos con los ojos abiertos, y el sueño es la vida del alma prisionera, un mudo mensajero divino de Wanaheim, el palacio de luz oculto en las profundidades del mar y cuyas cristalinas paredes revelan todo lo que dentro de él existe.”
Jensen
A la vuelta de un sueño encontré entre los restos del naufragio nocturno objetos increíbles sin nombre y sin memoria. Túnicas inconsútiles sobre cuerpos etéreos de veloces fantasmas. Manos sin huellas dactilares, sin tacto y sin caricias. Acordeones mudos sin abrazos de ciego. Lunas errantes sin praderas ni sioux, sin ríos donde mirarse ni lorquianos espejos. Palabras sin poemas surgidas de las simas de frustrados amantes vagando como estrellas sin retorno posible. Vírgenes desterradas de su cuerpo incompleto paseando desnudas su abominable sexo, su pureza culpable. Y pájaros sin alas, sin música y sin aire condenados a un vuelo perpetuo entre cables y antenas de troposfera inhóspita. A la vuelta de un sueño me encontré con los restos del hombre que transcribe el tormento y el éxtasis y traduce sus dudas al idioma universo.
Miguel
Fotografía: Eugenio Recuenco
Magnífico universo de sueños y despertares. Preciosas imágenes, llenas de fuerza.
ResponderEliminarEstás muy creativo últimamente, Miguel.
Abrazo
AG
Tu texto, Miguel, retrata la crónica de un telediario, aunque con un lirismo del que carecen los medios. La prensa vocifera su letanía de realidades que parecen sueños, mientras los ciudadanos soñamos con realidadades posibles, la ciencia ficción del corazón herido.
ResponderEliminarNo sé bien quién dijo que escribir es dejar rúbrica de nuestro naufragio, nunca la apoteosis complacida de un gozo infinito.
Buen día, Miguel. Y gracias por compartir naugrafios.
La cruda y triste realidad siempre parece peor después de venir de un sueño a nuestra medida, más quedarse en él es perder ese oasís, ese sitio mágico donde dejamos en reposo todo aquello que no queremos ver mancillado. Los contrastes, los polos opuestos, tan demoledores pero tan necesarios para poder dar el justo valor a aquello que nace y permanece en nosotros, inviolable.
ResponderEliminarSiempre me gusta leerte, Miguel, hasta cuando hablas de naufragios consigues que sea algo bello :)
Al naufragio se lleva uno el corazón.
ResponderEliminarCuanto más henchido, mejor.
El corazón como tabla, en plan madera de pino buena, por si las olas arrecian.
Pero yo me llevaría banda ancha, barrra libre, golpes de timón digital, bits de gozo.
Me llevaría a cinco personas aparte la familia. Me llevaría un libro o una habitación llenita de libros.
Palabras, Miguel: me llevaría un saco.
Las tuyas, oh cielos con albornoz, oh gran cereza del entramado cósmico, me parecen divinas.
Poeta.
Los sueños, dice María Zambrano, son un caso de rescate y aparición de lo oculto, de lo perdido, de lo abismado. "Acordeones mudos" y "pájaros sin alas" son rescates de algo sin vida ya; esas "vírgenes desterradas" de sus propios cuerpos evocan el escenario onírico por antonomasia, allí donde habitan los desnudos de Delavaux; las "lunas errantes" están desposeídas de aquello que más sentido les ha dado... De los restos que llegan a la playa del despertar se infiere la enormísima belleza de un sueño que, aún hundido y oculto para el hoy, se refleja en la enormísima belleza de tu texto. Un saludo.
ResponderEliminarMi abuela Emilia me enseñó a fabricar perfumes con los restos de su naufragio y a saber reaccionar ante la adversidad y el tiempo de tormenta. Hoy al leerte recordé su lección.
ResponderEliminarMagnífico texto, Miguel tiene tu sello inconfundible. Enhorabuena, últimamente estás que te sales del parchís.
Un beso.
Naufragamos en la vigilia y ofrecemos los restos a Morfeo para que reconstruya lo poco que salvamos.
ResponderEliminarHermoso, Miguel.
Así he despertado hoy, igualito, me impresionó el relato del texto.
ResponderEliminarInteresante lo que dice por ahí arriba mjm lo de fabricar perfumes con los restos de un naufragio...
Me voy a ver si salvo al menos el día, ya que con la noche no he podido!
Saludos.
Alberto, el propio lenguaje, las palabras mismas, son los restos del naufragio. Agarrados a ellas sobrevivimos.
ResponderEliminar***
Ramón, es eso y , sobre todo, la crónica de la incertidumbre. La desolación ante lo imponderable (de lo que escribías hace poco). La indagación en el misterio a través de la palabra.
***
Emilio, tú necesitas otro barco para sobrevivir a tus naufragios ; pero, como lo cargas tanto, vuelve a hundirse. Menos mal que la singladura es la noche y siempre arribas a la isla del Despertar. En cuanto a ser yo poeta, creo percibir una rara vocación por reciclar palabras. Digamos, poeta ecológico; tal vez sea eso. Aunque lo que de verdad quiero ser es humorista (a lo mejor
es o mismo).
***
Juan, en tu hermoso -y generoso- comentario incides en la evidente relación que existe entre el material onírico y la creación poética (artística, en sentido amplio). Freud le dedica a este asunto muchas páginas y no solo en La interpretación de los sueños.
***
María José, tus palabras llegan hoy perfumadas con el aroma de otros sueños. Me ha gustado que veas en el texto mi sello. Uno anda siempre a la búsqueda de su propia voz.
***
Malena, citas a Morfeo y evocas el sugerente mundo de la mitología. Derivo tu comentario hacia este campo, ya que conozco una espléndida
villa romana, muy bien conservada, en Almedinilla,precioso pueblo cordobés, en la que encontraron una preciosa estatuilla de Hypnos o Somnus, de extraordinaria belleza.
***
Pato, seguro que salvarás muchos días y muchas noches. Agarrados a la barra, todos somos sobrevivientes.
Os agradezco vuestros amables y generosos comentarios. Muchos abrazos.
Kape, acudo con la última tabla del barco a tu rescate, tras mi imperdonable lapsus, haciendo bueno aquello (que no siempre es lo acertado) de "los primeros serán los últimos". Pero, aquí estoy, y te veo llena de vida, sana y salva. Nadamos un poco más y llegamos tan solo con leves rasguños a la playa de la amistad. Gracias de verdad y perdón, mi fiel lectora.
ResponderEliminarQuerido Miguel, no dudaba un solo momento de que vendrías a por mi, a rescatarme del naufragio y no dejar las palabras huérfanas.
ResponderEliminarUn beso salvador :)
he leído y vuelto a leer. tal vez sea como dice Ramón. una bellísima poética del final del día, si subida a la barca de calderón digo: la vida es sueño.
ResponderEliminartan lindo escribes, miguel! pero tan lindo...