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Fuera de plano



Cada vez que hago limpia y orden en casa, no es raro llevarse alguna que otra grata sorpresa. Hace unos días entre el caótico follaje de papeles desempolvé unas fotos antiguas. Estuve observándolas con curiosidad durante un buen rato. Fotografías de mis padres, disfrutando de su tiempo libre antes de que naciera, saliendo con sus amigos, posando con desenfado teatral; retratos de la familia al completo en fiestas de guardar y sacramentos varios... Hice un parón en las primeras fotos en las que aparezco. Seleccioné varias y las escaneé. Dediqué la tarde a disfrutar de pequeños detalles y gestos que en anteriores ocasiones no había apreciado. Sonreí al redescubrir vestimentas, peinados y demás atrezos de la época, personas y momentos que había olvidado y ahora recupero. Muchas de esas personas ya no están; murieron o se las tragó una contingencia. Algunos de mis primos, aunque sé dónde viven, ya no nos vemos ni nos llamamos por teléfono. La distancia nos devoró. Tengo de ellos un recuerdo más vivo a través de estas fotos que del presente.

A primera vista, la foto elegida es un retrato familiar como otros muchos. Ilustra la comunión de mi primo Antonio, el muchacho de rostro severo, trajeado y con una cruz colgada al pecho por un cordón blanco. El resto de la comitiva lo forman otros primos, tíos y amigos de la familia. Casi todos miran al fotógrafo entre serios y complacientes, excepto la pequeña -mi hermana Yolanda- subida en brazos de nuestro tío y el niño de la izquierda que mira fuera de plano. Ese soy yo, el ausente. Si pincháis sobre la foto, podréis apreciar los detalles con mayor exactitud. Visto un jersey aterciopelado y un pantalón beige de corte ancho, al estilo de los setenta. Las manos en los bolsillos, la mirada ajena a la toma, curioseando vete tú a saber; el pantalón alzado hasta el ombligo.

No es la única foto en la que se me ve fuera de plano. Podría decirse que es una marca de fábrica; tal vez indiferencia, o curiosidad. Quién sabe. El caso es que en buena parte de las fotos en las que aparezco, hasta los diez años más o menos, estoy off-camera o ensimismado. Es muy probable que cuando observé por primera vez esta y otras fotos no advirtiera en ellas ningún sesgo emocional; tan solo eran fotos, nada más, meras representaciones de un suceso. Hoy, sin embargo, cada instantánea se convierte en un mensaje explícito acerca de mi presente. Supongo que toda fotografía requiere, como los vinos, un tiempo de incubación hasta que, ya maduras, puedan hablar por sí solas. Esta foto dibuja -no solo como metáfora icónica o alegoría- mi tendencia a la reflexión, mi capacidad para contemplar el mundo desde fuera, como tenaz observador; mi querencia por la soledad voluntaria, mi necesidad de aislarme del resto, de tomar distancia. Mi inclinación a la dialéctica, al litigio moral, a la escolástica lúdica. Mi efervescencia imaginativa, mi simpatía por la ficción, el goce de soñar despierto. Este fuera de plano, pese a proceder del pasado, apunta una parábola que atina certera, aquí y ahora, en este presente; dibuja una raya continua entre quien fui y quien ahora escribe. Le observo una y otra vez y vuelvo a sonreír. Me reconozco en él, sé que aquel niño esquivo, introvertido, henchido de ilusión, sensible a las inclemencias emocionales, es también este otro, ya adulto, quebrado reflejo suyo en el tiempo, yo mismo, quien os habla. He viajado sin moverme a través de esta foto, me he visto y, sin rencor, he amado a ese niño.

Ramón Besonías Román

Comentarios

  1. he mirado detenidamente esa fotografía. eras un bello nino, ramón. con definida planta. celebro esa linea que los une. lo celebro de verdad. es un buen destino ser el preciso remate del tejido de la vida. te abrazo por eso, con alegría!

    y me llevo la palabra atrezo. vaya.

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  2. Quizás la esencia de ese niño sigue viva, de ahí que pueda reconocerse...
    Brindis gaseoso, que los niños no pueden beber.

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  3. Qué inteligente ya de infante. Mirar a un lado. Esquivar el foco. Dar a entender que no se está atento. Registrarlo todo bien adentro, pero aparentar ausencia.

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  4. Hermosa foto. Contemplada en su plano general nos ofrece toda una crónica sociológica de aquellos tiempos (d'un temps, d'un país), con una huella genética inconfundible -amigos aparte- un aire de familia guapa, con carisma. Tu lectura es espléndida. Me ha recordado en su estilo los daguerrotipos de Manuel Vicent, las fantásticas descripciones de Juan Marsé en Señoras y Señores y las más recientes "imágenes" de Juan J. Millás en EPS (salvando, claro está, las distancias conceptuales y argumentales).
    Tu introspección me parece atinadísima y nos anuncia tu futura mirada perpleja , si bien entonces se nos antoja más ingenua y escrutadora, sin duda más inocente, pero indicativa de carácter.
    Un viaje en el tiempo y en la memoria (tu tiempo y tu memoria)sincero, tierno y emotivo.
    Por todo ello, gracias Ramón.

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  5. En tu foto de niño, repetís el gesto de tu foto del perfil. Mirás hacia el costado, no hacia el lente. Es más importante ver que mostrarte. Me gusta es actitud.
    Poder amar al que fuimos es una fortuna.

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  6. Y uno, en medio de esta ensalada llamada internet, se encuentra con personas fotos palabras, y esos espacios (y tiempos) que antes se encontraba en un café, claro que cabían muchos menos en la mesa...(Hacia dónde o qué estaría mirando aquel pibe?...era simplementee huir del lente o había algo allí, justo allí?...

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