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Tierras volcánicas


Había decidido dejar enfriar su caldera para siempre. Después de un terrible divorcio, Carmen, no quería ni oír hablar de subir la temperatura de su cuerpo.  Hasta que conoció a José Manuel  con  los ojos incandescentes, la boca de infierno, el hoyo en la barbilla y entró en ebullición. Ya no le importaba haber tenido que ir  al congreso de geólogos. A partir de ese momento intentó, por todos los medios sentarse a su lado, acercarse con la menor excusa, con tal de que la caldera de vapor de José Manuel empezase a hervir.  Hasta que consiguió quedar a solas con él.

Fueron a un restaurante y durante la cena sus fumarolas no dejaron de humear. Después decidieron bailar; allí empezaron los besos apresurados, los recorridos de manos por sus cuerpos…Tuvieron que salir corriendo a coger un taxi para llegar al hotel. La lava estaba a punto de salir de sus respectivos cráteres. De un momento a otro iba a producirse la erupción.



A la mañana siguiente Carmen estaba muy contenta: su volcán no volvería a estar extinto. Y a lo mejor, con el paso del tiempo, tal vez se le podría encender de nuevo el corazón…



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