De tu belleza sé que fue soñada
por diez adolescentes en un día.
Se respiraba luz por las rendijas
a través de las cuales te espiaban.
Como una noche más tu imagen clara
en su esplendor de luna se destila
y en los espejos tu reflejo miran
desvelando la bruma desmayada.
Mujer de mi delirio enfebrecido,
criatura de la orilla de los besos,
espérame en el cielo de tu boca
hasta que rompa el vaso del olvido
con los dientes feroces del deseo
que muerden las agujas de las horas.
Todo buen poema de amor o devoción provoca en quien lo lee ganas de conocer a quien va dirigido y envidia sana de quien lo escribió.
ResponderEliminarNo he escrito un soneto en mi vida y hago constar los intentos baldíos, la vana fuerza bruta de querer llegar a lo que no es posible. Por eso admiro los sonetos. Por haber querido alguna vez ser sonetista, ya ves, amigo Miguel, sonetista, qué oficio, y haberme quedado en el camino. Te aseguro haber disfrutado mucho en los errores, en los lugares encontrados y en los lugares en donde me perdí. Sigo perdido. Me alegra haber encontrado éste tan hermoso. Y tuyo, my friend. Qué barra más lírica se está poniendo. Espero que tu regreso haya sido bonancible.
ResponderEliminarSonetazo formalmenbte perfecto, turbador o más. Esa pelirroja me pone y es que unos versos (catorce dicen que es soneto) como estos sugieren mucho.
ResponderEliminarAbrazo,
AG
Ramón, desde el primer día trato de sumergirme en la atmósfera de nuestra barra. La pelirroja me inspiraba como una femme fatale, una Maureen O'Hara de rompe y rasga. Ellas, siempre ellas.
ResponderEliminar***
Emilio, tú sabes que yo soy de verso libre y "tempo" corto. Un soneto de barra es un divertimento, un brindis al sol (de medianoche). Teniendo en cuenta que fui al cole con Sabina, me apunté a la saga de "ciento volando de catorce". La pelirroja de Hopper se lo merecía.
Mi regreso se consumó con la luz finisterral (y finisecular) de una Lisboa decadente y espléndida a la par y con heridas de fado nocturno en Chiado y versos de Pessoa en la cartera, con las lluvias de abril y el sol atlántico. Mi vuelta al trabajo es ahora, además, vuelta a la barra.
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Ya sé, Alberto de mis complicidades, a dónde quieres ir a parar con tus insinuaciones de adverbios y adjetivos juguetones. Copa que va, más turbación que viene. Hoy estoy , sin saber, yo no sé cómo.
Me voy a tu blog un rato largo.
¿Qué tendrán las barras de un bar (de este bar, que sacan tanta cosa buena?
ResponderEliminarDisfrutando desde la otra punta de la barra mientras yo me recreo en otras vistas ;-)
Qué preciosidad,Miguel!!
ResponderEliminarme sumo a Ramón con una envidia más: envidio al poeta y envidio a la "colorada" (como decimos acá). al cole con Sabina? otra envidia más!
ResponderEliminary leyendo a Emilio, veo sonetista y se me antoja música. que otra cosa son las palabras bellamente enlazadas?
leo a Granados y pienso en eso de la sensualidad, bello e inquietante.
al lado de Kaperusita me recreo en otras vistas.
ay, cómo me gusta este Bar!
Qué maravilla este soneto que empieza tímido y termina pasional.
ResponderEliminarQuién fuera pelirroja!
Kape, eso digo yo, qué tendrán que acude gente tan interesante. Tertulia, ambiente, miradas...¡Todo!
ResponderEliminar***
Marife, gracias por aportar tu mirada africana y amiga. Y por tu fe.
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Miralunas hay envidias recíprocas y éste es el caso. La envidia, como el colesterol, puede ser "de la buena" y "de la mala". Nosotros en la barra fomentamos la primera. Lo de Sabina os resultará curioso para los que vivís allende los mares: Yo nací en septiembre del 49 (Joaquín, en abril) en Torreperogil, un pueblito a 9 kms. de Úbeda (ciudad natal de él). Así las piezas del azar van encajando, ¿no?. Mira aquí: http://riografia.blogspot.com/2009/11/tiramisu-de-limon.html.
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Malena, en un principio pensé que sería una maniobra arriesgada andarse con sonetos en la barra. Pero a la segunda copa, se pierde la vergüenza y uno se atreve con todo.
¡Ah! y seguro que tu cabello ondea en el aire inspirando otros versos.